24 de septiembre de 2013

Ciudadanos de un lugar llamado fútbol

Razgrad
Razgrad es una ciudad situada al noreste de Bulgaria. Aquí, en el año 251 tuvo lugar la Batalla de Abritus, en la que los godos consiguieron vencer a un ejército romano comandado por Traiano Decio y Herenio Trusco. Razgrad, que acoge a casi 40.000 habitantes, convive con el río Beli Lom. No me acabo de empapar de un documental que tenga la necesidad de compartir, ni tampoco me ha venido un repentino flash de esas clases de historia en las que un día aprendías cosas que el anterior ni sospechabas. No. Lo anteriormente expuesto no lo habría podido escribir sin la ayuda de internet. Pero lo realmente especial, es que probablemente, jamás hubiese sentido la necesidad de descubrir en que lugar del mundo latía Razgrad, de no ser por el fútbol.

Hace algunas semanas, el PFC Ludogorets Razgrad consiguió un valioso billete para embarcar en la tercera ronda de la fase previa a la presente edición de la Liga de Campeones. En la cuneta dejó a todo un Partizán, siendo además capaz de vencer en Belgrado (0-1), tumbándole por segunda vez en una semana (ya le ganó en Bulgaria 2-1). El cuento se dio de bruces con la siempre testaruda realidad cuando apareció en escena el Basel suizo. Ganó el favorito y esa pizca de emotividad que surge del fútbol cuando el vencedor coincide con el que posee menos recursos no tuvo lugar en esta ocasión. Pero el sueño no había acabado. Disputarían la Europa League.

Aparecieron por la otrora denominada Uefa. El lugar que brindaba la posibilidad de seguir haciendo historia era Eindhoven. Enfrente un equipo venido a menos en los últimos años, pero que sigue aspirando a coronarse en Holanda y recuperar terreno perdido en Europa. Un PSV bisoño a la par que talentoso. Fue el escenario donde el Ludogorets siguió su idilio con lo desconocido. Continuar la senda que un día ni se imaginaba y por el camino ir despertando admiración en rostros forasteros. La proeza del Ludogorets cobra una mayor admiración si tenemos en cuenta que en el año 2010 el equipo militaba en la segunda división de Bulgaria. En 2012 fue campeón de liga por primera vez en sus por entonces 67 años de historia, éxito mayúsculo que consiguió repetir la campaña pasada. 

El Ludogorets ha estado a punto de colarse en la competición más importante a nivel de clubes. Finalmente no pudo ser. Se tuvo que conformar con el segundo escalón europeo, una competición de menos glamour aunque con un atractivo notorio. Pero esto es simplemente una circunstancia más del viaje. Lo verdaderamente importante es que esto seguro que ha hecho desbordar el orgullo de todos los suyos, que conseguirán inmiscuirse en la retina de muchos que no sabían -sabíamos- de su presencia y que le otorgará a sus fieles el regocijo de mirar de tú a tú a clubes de un poder infinitamente mayor. Y eso si que no hay billete ni título que lo pueda igualar.

Un servidor no ha visto jamás un partido del Ludogorets Razgrad –hecho del que no me siento en absoluto orgulloso-, pero ahora sí conozco un trocito de su historia. Desconozco profundamente el ambiente que rodea a la institución, ignoro sí el estadio en el que disputan sus encuentros se asimila más a Old Trafford o a un campo de la Tercera división española, y tampoco sé nada de ningún jugador que milite en el Ludogorets. Pero esto no lo buscaré, prefiero descubrirlo cuando llegue la hora de que jueguen al fútbol, porque se han ganado con creces toda mi atención. Para eso aún quedan algunos días. 

El Ludogorets Razgrad celebrando el título de liga en 2012

11 de septiembre de 2013

El regreso del ídolo exprés.


El fútbol vive de historias increíbles. Historias de jugadores que quedarán para el recuerdo por hechos, palabras, jugadas, goles o asistencias. Esa clase de jugadores, capaces de levantar estadios y serigrafiar miles de camisetas con su nombre, son generalmente ídolos de un afición a la que llevan siguiendo casi desde que empezaran su carrera futbolística. Hablamos de los llamados “jugadores de club”, formados en la entidad y triunfadores de una sola camiseta. En este aspecto, bien podríamos encuadrar a nombres de la talla de Raúl González, Pep Guardiola, Rafael Gordillo o en un aspecto más reciente, Jesús Navas o el veterano Patxi Puñal. Todos ellos crecieron en un mismo club, alcanzaron la gloria ante una afición que los vio dar sus primeros pasos con el balón. Es por ello, que un ídolo ya nace con los galones que le otorga el haber empezado a defender una camiseta con la que lleva años sudando.

Sin embargo, también hay casos excepcionales. Casos en los que el sujeto no precisa de mucho más tiempo que de un par de partidos para empezar a camelarse a una afición. Normalmente, este tipo de sujetos llegan avalados por grandes temporadas o actuaciones en otros clubes, por lo que si rápidamente superan las expectativas marcadas, el público ya sabe que tiene ante si a un nuevo jugador al que corear su nombre y aplaudir fervientemente cuando entra o sale del terreno de juego. Son jugadores que llegan con una batuta marcada, con una fijación y un peso especial sobre sus espaldas, se espera mucho de ellos desde el primer balón que tocan, y eso no siempre sale bien.

Pero en el fútbol hay otro tipo de caso, un tercer suceso que solo puede otorgar a un sujeto el deporte rey. A este suceso se le conoce comúnmente como “llegar y besar el santo”. Se da muy pocas veces, en contadísimas ocasiones, y cuando ocurre, uno no sabe si encumbrar al momento al jugador o tener una paciencia que el cuerpo apenas aguanta. “Ha sido increíble, pero hay que verlo más”, una frase típica que suele escucharse al término de estos casos. Pero luego, te das cuenta de que el jugador lo vuelve a hacer, y al siguiente partido otra vez, y al siguiente, otra vez. Y es entonces cuando el cuerpo no aguanta más y saca todo el júbilo que contenía desde la primera vez que ese jugador hizo lo que hizo. Y ya no se precisa de más, lo pasado poco importa y lo que tenga que venir que venga, pero en ese momento acaba de nacer un nuevo ídolo para la afición. Lo que unos llevan ganándose años y años, ese sujeto lo ha conseguido en apenas mes y medio.


Y si, seguramente todos los que ahora me leen saben que hablo de Dorlan Pabón, quizás las imágenes de arriba tengan algo que ver, pero por si acaso, es mejor despejar las dudas. Y es que lo de Dorlan, que el domingo volverá a la que fue su casa, que digo casa, a lo que fue su templo, fue una de esas historias de amor de verano que Heliópolis tardará en olvidar. El colombiano llegó como un fichaje de urgencia para una zona en la que el Betis empezaba a ser demasiado previsible. Los goles de Rubén y Molina ya no eran tan frecuente como antes, Campbell empezaba a notar el cansancio de tener que ayudar al lateral derecho en cada jugada y Juan Carlos estaba lesionado. Sin embargo, el Betis no podía seguir perdiendo puntos porque tenía la Europa League más a tiro que nunca, y empezaba a tontear demasiado, preocupándose más de resultados ajenos que le permitieran seguir en la quema que de los suyos propios. Pero entonces apareció Pabón, defenestrado en el Parma y con el hecho de que antes de recalar en Sevilla, ya había firmado un contrato con el Monterrey mexicano, lo que suscitó la crispación de los aficionados béticos, que veían en el colombiano un hombre de paso que venía a disfrutar de unas vacaciones anticipadas en la maravillosa ciudad andaluza. Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula. Tras tres partidos en los que empezaba a dejar buenas sensaciones, el Benito Villamarín y la visita del Málaga fueron el punto de inflexión que le sirvió al colombiano para empezar a ganarse el cariño de la afición. El siguiente partido, en Anoeta, fue la confirmación. Dos goles más acompañado de un recital ofensivo de tiros, pases, desmarques y rupturas en velocidad que sirvieron al Betis para empatar en uno de los fuertes más temibles de la liga la temporada pasada, en lo que fue uno de los partidos del año en España. Pabón empezaba a despegar y pocos podían cortarle las alas al ex de Atlético Nacional.

Pero todo esto quedó en pañales ante la gesta del Betis ante el eterno rival. Cualquier ídolo del beticismo necesita consagrarse antes frente al otro equipo de la ciudad, de lo contrario, nunca podrá disfrutar totalmente de esos galones. Alfonso, Jarni, Oliveira o más recientemente hablando, Beñat, saben de lo que hablo. Una especie de bautismo por el que todo ídolo bético debe pasar si quiere entrar en lo más profundo del corazón de los aficionados, y Dorlan lo hizo. El Betis perdía 0-3 en lo que estaba siendo una humillación en su propia casa, aún quedaba un cuarto de hora para el descanso del partido y los tres mil aficionados sevillistas que se dieron cita en el estadio bético pedían a su equipo una "manita" que ya habían conseguido en el partido de ida, era el pisoteo más doloroso para los verdiblancos. Era su estadio y estaban arrastrándose ante su gente. Pero entonces, poco antes del descanso, surgió la figura del colombiano. En una jugada sin aparente peligro, en la que nadie podría pensar siquiera que de ahí podría nacer algo peligroso. Pero él la luchó. Medel arriesgó con un balón templado cerca de su área y la bola tocó en la espalda de Dorlan, lo que vino después se refleja a la perfección en la imagen de abajo.


Fue la premisa de un resurgimiento que dejó a los béticos extasiados a la par que se lograba que el eterno rival se fuera del estadio sin unos puntos que tenían irremediablemente en su mano. Fue ese hecho lo que terminó de convencer a los béticos para que de ahí en adelante, y hasta el final de la liga, el nombre de Dorlan Pabón se coreara semana tras semana entre los aficionados verdiblancos. Había llegado como un refuerzo de urgencia, sin ninguna garantía de que aquella relación pudiera funcionar, y acabo por ser una de las historias más bonitas que siguen en la mente de cualquier seguidor bético. El destino ha hecho que este Domingo, Pabón se vuelva a reencontrar con los que un día fueron sus seguidores, ahora con otra camiseta y otros intereses que defender, pero que no quepa ninguna de que volverá a marcharse del estadio con una ovación más a sus espaldas.

6 de septiembre de 2013

Las dudas 'ajacieds'

Foto: Deportadas.tv
La andadura de Frank de Boer en el banquillo del Ajax va camino del récord. A principios de Diciembre de 2010 el ex central se hacía cargo del cuadro de Amsterdam, en una tesitura compleja que terminaría volteando hasta conseguir la Eredivisie seis campañas más tarde. En las dos temporadas siguientes, el resultado se repetiría de manera casi idéntica. Comienzo dubitativo, final victorioso. 

Para la campaña actual, el objetivo era continuar reinando en Holanda y dar un paso más en la Champions League. Sin embargo, esta ambición choca con las ventas producidas por parte del club ‘ajacied’ de sus futbolistas más codiciados. Con la marcha de Toby Alderweireld al Atlético de Madrid, el Ajax pierde a la que ha sido una de sus máximas referencias en los últimos años, el central que iniciaba la jugada, que otorgaba una salida limpia de balón y que además ha ido ganando progresivamente en jerarquía. La dupla que formaba junto a Moisander era uno de los puntos fuertes del equipo.

La venta de Christian Eriksen al Tottenham es un aún más perniciosa para el esquema de Frank. Eriksen era el motor que daba sentido a todo el juego ofensivo del Ajax. El jugador más capacitado para la construcción, con mayor nivel combinativo y habilidad para nutrir de balones a los hombres más ofensivos. Con la pérdida de la perla más talentosa del conjunto tulipán, el foco de atención,  y por ende las ilusiones, se reparten.

Once tipo Ajax 2013-2014
La seguridad de Moisander, el trabajo de Poulsen, la regularidad de Siem de Jong, la anhelada eclosión de Viktor Fischer o la pegada -y se espera que la ausencia de lesiones- de  Kolbeinn Sigthorsson. Parecen argumentos más que de sobra para pelear por lo máximo en Holanda. Por si todo eso fuese poco, Overmars contentó a su técnico en Julio echando a la cesta a Bojan. Del catalán se espera mucho. En un campeonato con retaguardias más distendidas, el deseo es que el delantero confirme todo -o al menos parte- de lo que apuntaba en categorías inferiores, cuando todo hacía presagiar que su carrera brillaría con luz propia. De momento, la cara mostrada por el ariete no dista mucho de la ya vista en Barcelona, Milan o Roma. Un jugador tímido, frío, que se diluye con facilidad y cuya personalidad no parece construida para echarse un equipo a sus espaldas. Sabe que posee una de sus últimas cartas para triunfar en la élite.


Lerín Duarte, refuerzo estrella

La venta de Eriksen puso en marcha la maquinaria ‘ajacied’ para reforzar la medular. El objetivo era un interior que surtiera del alimento necesario a los atacantes. La prioridad a principios de verano era el prometedor Adam Maher, pero el PSV se adelantó. Luego han ido surgiendo cantidad de nombres, desde el veterano Yossi Benayoun (Crystal Palace) al joven Tom Carroll (finalmente cedido por el Tottenham al QPR Rangers). El definitivo fue Lerín Duarte, procedente del Heracles, y cuya llegada ha costado al Ajax unos 2,5 millones de €.

Foto: Ajax.nl
Duarte ha crecido ostensiblemente en las dos últimas temporadas en Almelo, hasta convertirse en un jugador capital para el técnico Peter Bosz. Lerín es un interior zurdo bajito (no alcanza el 1,70), pero con un tren inferior muy potente. Puede participar en la creación del juego, aunque se siente más cómodo con una alta libertad de movimientos, en la que pueda participar de forma activa por cualquier zona del campo, abarcando mucho espacio.

Al ex del Heracles le gusta aparecer con frecuencia por el área contraria y poner en práctica su buen disparo, tanto en jugadas a balón parado como en movimiento. Ocupará el lugar de Eriksen, también el mismo dorsal, pero no la misma función, pues son jugadores muy distintos. Con Duarte el Ajax gana en dinamismo, quizás también en llegada, pero pierde un estilete puramente creativo e imaginativo. Veremos pues donde es capaz de llegar este Ajax, que vuelve a presentar incógnitas en el comienzo y necesita de tiempo para ensamblar ciertas piezas que parecen difícil que hagan olvidar a las anteriores.

3 de septiembre de 2013

Fichajes a seguir: John Córdoba

A pesar de que el verano es largo y da tiempo de sobra para planificar con ahínco las plantillas, la mayoría de clubes dejan algún que otro cabo suelto para el final del mercado. El Espanyol es otro de los muchos clubes españoles perseguidos por una delicada situación económica. Esto hace que cada jugador que destaque se coloque casi por inercia en la rampa de salida en caso de recibir una buena oferta. Los últimos han sido Juan Forlín (al Al Rayyan por 3,5 M. €.), Jordi Amat, (al Swansea por unos 3 M. €.), y Wakaso Mubarak, traspasado al Rubin Kazan por cerca de 6 millones de euros. Sin embargo, para reforzarse el conjunto perico tiene que hacer malabares. Cedidos, fichajes a coste cero, etc., la falta de recursos monetarios ha de ser paliada con trabajo e inteligencia, y así ha sido también este verano.

Foto: Calciomercato.com
Entre las necesidades a mitigar en el cuadro catalán, la del puesto de delantero centro estaba en primer plano. Sergio García, pese a no ser un punta nato, se ha convertido en la referencia ofensiva que demandaba el equipo, y Stuani es sinónimo de lucha y entrega, pero las virtudes que se requerían por parte de la dirección deportiva españolista eran otras. Prácticamente con el mercado echando el cierre, el Espanyol se aseguró la incorporación –que no fichaje, pues llega como cedido- de John Córdoba Copete, delantero de tan solo 20 años, (11 de Mayo de 1993, Chocó, Colombia).

John Córdoba se formó en la cantera de Envigados, equipo con el que debutó en la Primera división colombiana en el año 2010. Sin embargo, no fue hasta el 2012 cuando se haría con un puesto de titular en la escuadra cafetera, que ese mismo verano lo traspasaría al Chiapas mexicano. Desde su llegada a México, Córdoba no tuvo demasiadas oportunidades, por lo que la salida a otro club que le permitiese seguir con su proyección era una opción más que viable. Internacional sub-20 con la selección colombiana, disputó el pasado mes de Enero el Sudamericano de dicha categoría, en el que su equipo se consagró campeón, y él fue una de las piezas importantes, junto a la estrella Juan Fernando Quintero, y otros como Juan Pablo Nieto o Mauricio Cuero. También lo hemos podido ver en el Mundial sub-20 celebrado en Turquía entre los meses de Junio y Julio.


Un arma diferente para Aguirre

Antes de comenzar a desgranar sus características, es conveniente comentar que Córdoba supone un elemento totalmente diferente a todo lo que posee Javier Aguirre, algo que siempre enriquece el plantel. John Córdoba, que a simple vista ya llama la atención debido a su extraordinaria planta física –roza el 1,90 de altura-, es un delantero centro, diestro de pierna, fuerte y de gran potencia, que encuentra en el permanente contacto físico con los defensores una de sus cualidades más utilizadas.

Cuando empleamos la palabra delantero lo hacemos refiriéndonos a un significado estricto del término. Córdoba es un ‘9’ puro, una referencia fija e incómoda para los zagueros rivales. Su corpulencia le permite ganar la posición con frecuencia, aunque esta es una virtud que debe explotar aún más. Difícil de parar cuando arranca, técnicamente es limitado, y no es raro verle embarullarse con la pelota, especialmente en carrera, fruto también de la vehemencia con la que disputa cada lance del choque.

Foto: Colombia.com

Oportunista y de potente juego aéreo, crea infinidad de problemas a los centrales, por su continua pelea en el cuerpo a cuerpo, faceta en la que se sabe con muchas posibilidades de salir vencedor. Intenta no permanecer estático y tiene cierta habilidad en los desmarques al espacio. Impredecible en la definición, te puede resolver la jugada a priori más compleja y luego errar la más sencilla. Esto lo convierte en un delantero con un amplio margen de mejora, que pasan sobre todo por potenciar sus cualidades con balón y tratar de ser más frío de cara a portería. Javier Aguirre, inteligente como pocos, a buen seguro tratará de potenciar sus condiciones en busca del beneficio colectivo.