Llegó a Barcelona tras un interminable culebrón que perduró varios veranos, y numerosos rumores que lo situaban tanto en la ciudad condal como en la órbita de otros grandes clubes de Europa. El 15 de Agosto de 2011 Cesc Fábregas volvía a Camp Barça, desde donde partió con apenas 16 primaveras destino Londres. Allí se hizo un hombre a la vera de Arsene Wenger, su padre futbolístico y quizás su fan número uno. A Fábregas nadie le ha regalado nada. Su aparición en la élite coincidió con el ocaso del último gran Arsenal que se recuerda, el de 'los invencibles'. La marcha de Patrick Vieira le añadía un plus de presión a las esperanzas que había depositadas en él. Las cumplió con creces, se convirtió en el timón de los 'gunners', en su jugador franquicia, y con memorables actuaciones tanto en Premier como en Champions, como ante el Real Madrid, ante la Juventus, o en San Siro frente al Milán, con gol incluido, se sitúo en el primer plano del escaparate mundial. Contribuyó y de que manera a llevar al Arsenal por primera vez en su historia a una final de la Liga de Campeones, perdida precisamente ante los culés.
Su
marcha del Emirates era un secreto a voces, y su deseo se cumplió,
regresar al equipo de sus amores. Heredaba el '4' de su admirado Pep,
e hizo su debut nada más y nada menos que en el Camp Nou ante el
Real Madrid. Al final del encuentro levantó su primer trofeo con el
Barça. En apenas 8 minutos jugados ya había conseguido más titulos
que en 7 temporadas en el equipo londinense. Todo se antojaba
perfecto. La cúspide de la plasticidad futbolística parecía en
camino con la asociación que podían formar jugadores como Xavi,
Iniesta, Messi y el propio Cesc. Guardiola le otorgó rápidamente
galones y éste respondió haciendo gala de su llegada, anotando
varios goles consecutivos, lo que le llevó a desempeñar una
posición más adelantada, el tan cacareado 'falso 9'. Ahí empezó
un notable descenso en su juego. Pasaban los partidos y el fútbol de
Cesc no encandilaba, su confianza parecía mermada y los goles
dejaron de llegar. El Barcelona se desinfló, se quedó sin título
de Liga y sin final de Champions, y en el último tramo de temporada
no era extraño ver a Cesc como suplente. Pese a ello, Vicente Del
Bosque no tuvo dudas a la hora de incluirlo en la lista de
seleccionados para disputar la Eurocopa. Su lugar en la selección
fue nuevamente en la punta de lanza, donde luchó por un puesto con
Fernando Torres. Jugó, hizo goles y fue importante en la consecución
del título por parte de los españoles, pero su magia seguía sin
relucir, sin ser el que encandiló a todo el mundo del fútbol
dirigiendo al Arsenal desde la medular.
Con
Pep ya fuera del club blaugrana y Tito Vilanova como nuevo técnico,
había muchas miradas puestas en el rendimiento de Cesc. Un comienzo
dubitativo le produjo multitud de críticas, pero el catalán ha
comenzado a defenderse como mejor sabe, respondiendo en el césped.
Hay partidos para argumentar que en la cabeza de Vilanova, Cesc figura
como lo que es, un mediocentro, y no un delantero. Ha partido como
titular en todas las jornadas ligueras disputadas hasta la fecha.
Como ejemplo, en los dos últimos choques del Barça en Liga fuera de
casa, el ex del Arsenal ha actuado en la sala de máquinas junto a
Iniesta ante el Depor, y acompañando a Xavi en Vallecas. Entre estos
dos partidos Cesc sumó 5 asistencias de gol de las 7 que acumula en
Liga -máximo asistente del campeonato-, y anotó su tercer tanto en
la competición doméstica, además de firmar una primera parte
sublime en Riazor, que probablemente hayan sido sus mejores minutos
desde que llegara al Barça. En estas últimas semanas hemos visto
destapado el tarro de las esencias de todo un superclase. Por fin parece sentirse
importante y se nota. Reclama la pelota continuamente, toca con gran
criterio, reparte excelsas asistencias -Leo Messi puede dar buena fe
de ello-, se erige en todo momento como un aliado perfecto para
combinar, en definitiva, juega y hace jugar, eso que le hizo
convertirse en uno de los mejores jugadores del planeta en el
Arsenal, y ser campeón de Europa y del mundo con la selección
española. A ello hay que sumar que aparece con frecuencia por el
área rival, pero lo hace llegando desde atrás, porque la llegada no
es ni su principal ni mucho menos su única virtud, por eso cuando se
le sitúa como referencia en ataque se malgastan infinidad de
recursos que Cesc aporta al conjunto y que lo hacen ser uno de los
mejores mediocentros del globo, en pos de conseguir un mero
finalizador. La mejor versión de Cesc Fábregas parece avivar con
fuerza, de ello se beneficiará su equipo en el presente y quién
sabe si en el futuro, cuando la carrera de un Xavi cercano a los 33
años toque a su fin. En esa, una demarcación clave en el engranaje
culé, el Barça tiene en su mano encontrar al sucesor perfecto,
porque Cesc como '9' es uno más, pero es en el mediocentro donde su fútbol maravilla a todos.
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