El talento necesita libertad para lucir, al igual que el genio necesita confianza, primero para creer en sí mismo, segundo para mostrarla a los demás. Dos palabras, libertad y confianza, que hace tiempo que el bueno de Thiago no sentía. Anotar un 'hat-trick' en una final de un europeo sub-21 no es baladí. Al igual que tampoco lo fue la actuación que cuajó ayer el mayor de los Alcántara, en el que fue, quizás, su mejor encuentro desde que llegase al profesionalismo. Cuanto todos presagiaban un duelo Isco-Verrati, irrumpió con fuerza Thiago. Con la fuerza que se le presuponía cuando saltó el escalón del primer equipo del Fútbol Club Barcelona. Exigido desde muy temprano a rayar a una altura para la que se necesita un determinado proceso de aprendizaje, la sensación dominante es que Thiago lleva tiempo que no progresa como debería y como se esperaba, en un jugador en el que hay depositada una fe infinita.
Cuando la principal virtud de un futbolista es el talento innato, hay aspectos que son de difícil entrenamiento, y uno de ellos es el hecho de sentirse importante. Es prácticamente imposible formarse como futbolista de élite sin continuidad. Disputando poco más que partidos de copa ante rivales menores, o minutos "de la basura" en choques algo más trascendentes. A grandes rasgos, en eso podríamos resumir la andadura de Thiago en el primer plantel culé. Le hemos visto en bastantes ocasiones salir desde el banquillo, mostrarse impreciso, errar continuamente en el pase, perder infinidad de balones, puede que fruto de una ansiedad propiciada por intentar demostrar algo que en escasos minutos es demasiado complicado. Tampoco se le puede culpar a los técnicos azulgranas del estancamiento de su progresión. Es prácticamente imposible sentar a nadie del once titular barcelonista.
Ahora, en un verano en el que se ha empezado a hablar de su marcha del club, Thiago vuelve a Can Barça con el credito que le otorga el haber realizado un buen europeo y una excelente final, merced a los cuales ha recobrado la sonrisa en el césped. Puede que sea el impulso que necesite la carrera de un jugador al que se le mirará con lupa, por que posee unas condiciones tan diferentes como espectaculares. No hay que olvidarse que el Iniesta que hizo que al fútbol español se le respetara en cualquier lugar del mundo, tampoco fue un talento precoz, o que el Xavi Hernández que ya es una leyenda viva de nuestro balompié, era más que cuestionado en 2008. Lejos de comparaciones futbolísticas, sí sería recomendable poner en práctica la virtud de la paciencia.
te interesaria un intercambio de enlaces con: www.amormadridista.com
ResponderEliminar