Mucho se
ha hablado de Francia en estos últimos días, el partido que se nos avecina en
unas horas ha hecho remover el pasado en busca de noticias que generen un
mínimo interés por parte de los aficionados. La prensa ha hecho su habitual
repaso a la historia de Francia, una historia que todos conocemos ya muy bien,
que si Platini, que si Arconada, que si la gloriosa Francia de Zidane y como la
temíamos por aquel entonces, que si ahora han cambiado las tornas y son ellos
quienes nos temen… Historias que resultan ya algo repetitivas, historias que
nos han contado en infinidad de ocasiones y que desgraciadamente, por mucho que
pase el tiempo, siempre nos van a volver a contar. Sin embargo, la historia que
aquí os presentamos es una historia diferente, distinta, poco conocida pero
igual de interesante, es la historia de un beso.
Para
ello, debemos viajar al pasado y situarnos en Junio de 1998, más concretamente
el día 12, el día que empezó nuestra historia. Francia se engalonaba con los
mil y un colores que atrae un mundial de fútbol, y en cada rincón de la antigua
Galia se respiraba ese aroma a balompié por los cuatro costados. La ilusión por
vivir semejante acontecimiento se equilibraba con las dudas de una Francia que
futbolísticamente, pasaba por uno de los peores momentos de la historia. Los
años anteriores al mundial, Francia había saltado de ridículo en ridículo. Sin
tener una referencia clara desde Platini, los galos andaban sumergidos en una
crisis de identidad. Siempre llevaba una selección potente, con jugadores de
muy alto nivel, pero siempre acababa fallando. Nunca se supo muy bien la razón,
quizás el legado que había dejado el propio Michel Platini era tan glorioso
como pesado, y Francia en ese momento no sabía como levantarse. Necesitaba algo
que devolviera la esperanza a su país, algo a lo que agarrarse con fe para
devolver la ilusión a su pueblo, y, aunque muchos todavía hoy lo desconocen,
ese algo iba a ser un beso.
Pero
debemos volver a ese 12 de Junio de 1998. Tras dos días de impaciencia en el
país, Francia iba a debutar ante su público contra Sudáfrica. Era el estreno de
“les bleus” en el mundial y el día en el que empezó toda esta historia. Con los
onces de cada equipo ya en el campo, las cámaras se percataron de algo poco
común, una especie de patrón de conducta sagrado que iba a tener su comienzo en
ese mismo instante, un gesto que pasará a la historia de la superstición, un
gesto mágico y respetuoso, llegó el
momento del beso. Pero no un simple beso, no era un beso de enamorados, ni un
beso de novios, ni siquiera un beso corriente, era algo tan curioso como un
beso en una calva. Los protagonistas, Laurent Blanc y Fabien Barthez, el
primero, el besador, el segundo, el besado. Todos los presentes que se habían
dado cita en el Velodrome de Marsella vieron como el defensor central había ido
corriendo a buscar a su compañero para darle ese beso en forma de talismán, ese
beso que empezó como una simple curiosidad y terminó como el símbolo de aquella
generación de futbolistas.
Los
partidos se sucedieron y el beso siempre estaba allí, antes de que el árbitro diese
el pitido inicial, antes de que el balón echara a rodar, él siempre estaba
presente, como si diese la sensación de que el encuentro no podía comenzar si
antes nuestros protagonistas no se habían buscado. Puede parecer increíble,
pero el beso daba resultado, una y otra vez conseguía salirse con la suya, era
una especie de reivindicación. Sudáfrica, Arabia Saudí, Dinamarca, Paraguay,
Italia y Brasil, todas ellas sufrieron el implacable efecto de ese beso.
Todavía hoy, muchos recuerdan ese mundial como el mundial de Zidane, el mundial
de Aimé Jacquet o el mundial de esa fabulosa generación de futbolistas
franceses, pero nadie, o muy pocos, se acuerdan de ese mundial como el mundial
del beso de Blanc a Barthez. Quizás muchos piensen que esta historia no tiene
sentido, que todo fue gracias a que esos hombres que vestían de azul eran muy
buenos, y quizás tengan razón, pero nosotros, por si acaso, queríamos contarlo.
Que cada uno piense lo que quiera, pero… ¿No sería extraordinario pensar que
fue un beso el generador de esta histórica gesta? Ahí os lo dejamos.
Son gestos que unen al equipo , y se convierten en ritos , por qué no ?
ResponderEliminarPD : Suerte con vuestro proyecto
Un saludo
Buenas, he visto un comentario tuyo en mi blog y ya te estoy recomendando en un lateral de este en la seccion "Blogs Que Sigo".
ResponderEliminarUn enorme saludo.
http://fuerza-blanca.blogspot.com.es/
Si, ya había visto ésta imagen varias veces. Gesto curioso sin duda, parece les dio suerte:). Saludos.
ResponderEliminarBona nit, he visto tu comentario en mi web y por supuesto te voy a poner en mi lista de enlaces. No porque también pongas el mío en la tuya, sino porque me ha gustado mucho los temas que quieres tratar: fútbol de verdad.
ResponderEliminarAquí tienes mi link
http://www.docontraun.com
Yo ya te he puesto en mi apartado de "Blogs recomanats" (blogs recomendados) y en la barra lateral derecha.
Muchas gracias!
Quim
Gracias a todos de nuevo! Nos alegra mucho saber que os gusta el proyecto. Quedáis enlazados.
ResponderEliminarMuy bueno, quiero enlazaros.
ResponderEliminarClaro que si amigos, ya os he enlazado.
ResponderEliminarUn abrazo para los dos.
Hola. Gracias por visitar pelotaafuera.blogspot.com. Futbol Anfetamínico ya está en la lista de blogs recomendados. Vamos con el intercambio de enlaces con http://pelotaafuera.blogspot.com.ar/. gracias y suerte en este nuevo proyecto
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