“Uno
de los 50 espectáculos deportivos que hay que ver antes de morir”. Así define The Observer, el periódico dominical más antiguo del
mundo, el encuentro entre River Plate y Boca Juniors. Para el diario más leído en
idioma inglés, The Sun, es “la experiencia deportiva más intensa
del mundo”. Estos calificativos no son más que otra muestra de que
estamos ante uno de los partidos que más pasiones desata, y por
supuesto, un espectáculo que todo amante del balompié tiene marcado en rojo en
su calendario.
Nacidos
en el mismo Barrio de La Boca, casi desde el principio se declararon
una íntima enemistad, que con el paso del tiempo se fue encarnizando
hasta límites insospechados. Después de emigrar varias veces, River
se asentó en Núñez, un barrio de clase social media-alta, lo que
unido a sus nutridas arcas financieras hizo que se le conociera como
'los millonarios'. Por contra, Boca se mantuvo fiel al lugar que le
vio nacer.
El
24 de Agosto de 1913 se enfrentaron por primera vez de forma oficial.
Ayer, 28 de Octubre de 2012, fue la última hasta el momento. Entre
medio multitud de partidos, goles y títulos, que hacen a los
'bosteros' presumir de poseer más trofeos internacionales, de
legendarios encuentros como los 5-1 infligidos a River (1959 y 1982),
la única final disputada por ambos que tuvo color 'auriazul' (1976
-gol de Rubén Suñé-), o la épica victoria del año 2000 , en la
que Boca remontó en La Bombonera el 2-1 de la ida, con un 3-0 que
quedó grabado con letras de oro en la historia 'xeneize'. El
orgullo 'millonario' se vanagloria de haber conseguido más titulos
nacionales que su adversario, y de triunfos particulares como el 5-1
conseguido como local (1941), el primer encuentro disputado entre
ambos en competición internacional (2-1 en la Libertadores de 1966),
el haberse llevado el clásico con más goles (5-4 en 1972), o la
victoria en 1986 en el bautizado como 'partido de la pelota naranja',
(ya que la multitud de papelillos que tiraron ambas aficiones hacía
imposible la visión con el cuero habitual), en el que Norberto
Alonso anotó un doblete en La Bombonera que puso un 0-2 en el
marcador y que hizo a los 'riverplatenses' dar la vuelta olímpica al
estadio, tras proclamarse campeones una fecha antes.
Papelillos,
banderas, pancartas, tifos, mosaicos... todo vale para dar el máximo
ambiente posible en uno de los partidos que también está marcado
por el colorido que proporcionan ambas hinchadas, pero sobre todo, en
el incansable aliento que cada una presta a los suyos. Los cánticos
se suceden, los piques en las gradas no cesan y cada disputa en el
terreno de juego es efusivamente protestada por todos los
aficionados. Incluso cuando se va perdiendo, toca demostrar que se
mantiene la cabeza bien alta, es el momento de no parar de animar, de
dar todas las fuerzas que faltan a los que están en el césped.
Hasta en ese hecho se demuestra la rivalidad.
Un
reencuentro a cara de perro
Lo
anterior nos sitúa en el contexto de lo que significa un duelo entre
los rivales más acérrimos, pero hay un acontecimiento que no se
había producido nunca hasta hace bien poco, un descenso. River lo
sufrió el año pasado, y el fútbol argentino quedó huérfano de
'Superclásico'. Ayer, 17 meses después, el partido de rivalidad por
excelencia volvía. Ambos pasan por un momento delicado. River ha
regresado a la primera división y el estar lejos de los puestos
punteros de la clasificación parece lógico, en lo que apunta a una
temporada de transición. Por su parte, Boca no se encuentra así
mismo. El último gran mito de la entidad, Juan Román Riquelme, se
ha marchado y ha dejado un vacío demasiado grande, dentro y fuera
del césped. El juego desplegado por los de Falcioni no convence a
nadie, y el técnico parece cada vez más discutido. Para cualquiera
de las escuadras, una victoria podía cambiarlo todo.
Entrando
en materia, el choque tuvo multitud de matices. A River se le pintó
un escenario perfecto, cuando recién comenzado el partido Ponzio
lanzó una falta que se le colaba a Orión, en un error grosero del
guardameta. El equipo millonario dominaba el marcador y también el
juego, iba de verdad en cada lance y tenía todas las facetas
controladas. Boca no aparecía, no demostró ni un solo argumento en
la primera mitad para empatar el encuentro, haciendo gala de una
pobreza futbolística preocupante. Fragilidad defensiva, nula creación en el medio, e incluso falta de intensidad, eran otros de los
defectos más notables del conjunto de Falcioni en El Monumental.
Boca
cambió por completo tras el descanso. Su juego no era vistoso,
tampoco alegre, pero al menos ya estaba presente en el partido. River
tenía oponente, Boca avisaba de que nunca se rinde. Los de Almeyda
tenían en el orden defensivo y las salidas a la contra su fórmula
para conseguir llevarse los 3 puntos, y en uno de esos latigazos
llego el segundo por medio de Rodrigo Mora, que tuvo una tarde
sobresaliente. River se veía vencedor, El Monumental estallaba de
júbilo y las gradas retumbaban de alegría ante lo que veían. Los
de la banda habían hecho lo más complicado, obtener frutos a su
buen trabajo, se trataba solo de esperar, hacer pasar el tiempo y no
cometer errores. Pero el error llegó. González Pires cometió un
penalti absurdo tras un patadón sin justificación alguna. Silva
recortaba distancias. Boca, con más corazón que cabeza, con más
alma que fútbol, no bajaba los brazos, River se mantenía firme. Y
entonces llegó el minuto 91. Trezeguet ejecutó mal una contra, la
pelota cayó en los pies de Leandro Paredes, que buscó a Lautaro
Acosta en banda derecha, su centro al área fue rematado por el
'Tanque' y cuando el balón regresó del cielo Erviti lo empaló a la red
aprovechando la dubitativa salida de Barovero. Tremenda decepción y
asombro millonario, éxtasis y locura bostera. No había tiempo para más historia, más allá de la sensación de que Boca podía incluso
haberse llevado la victoria de haber durado algo más el choque. En
un abrir y cerrar de ojos a River se le había ido lo que tenía en
las manos, la hinchada 'boquense' enloquecía festejando un empate que
por las formas, parecía más bien una victoria de un punto.
Hasta
dentro de seis meses no volveremos a disfrutar de otro 'Superclásico' que volverá a acaparar la atención de todos y detener por un par de horas el
corazón de muchos. Es uno de esos partidos en los que los tópicos
fútboleros que oímos asiduamente como “una final”, “un
encuentro a vida o muerte”, o “algo más que un partido”,
cobran todo su sentido. Porque además de todo lo anterior, un Boca - River o un River - Boca, también es un partido de fútbol, y que
partido...
Yo creo que a nivel mundial es el partido más importante del mundo , incluso más importante que un madrid barça , tiene que ser un orgasmo futbolístico ver en vivo un partido de estas características.
ResponderEliminarUn saludo desde Sevilla ¡