30 de julio de 2013

Fichajes a seguir: Fabricio Fontanini

Hace algunos días, comentamos la llegada Guillermo Sara a la liga española, más concretamente a las filas del Real Betis Balompié. Hoy, en este apartado que trata de comentar un poco algunos de los refuerzos más interesantes pero que pasan desapercibidos para la mayoría de focos públicos, nuestro protagonista es Fabricio Fontanini, otra herramienta de Atlético de Rafaela, que al igual que Sara, parte en busca de mayores desafíos.


Nacido hace 23 años, (30 de Marzo de 1990) en Santa Fe, Fabricio Bautista Fontanini se ha ido formando en los equipos menores de Atlético de Rafaela, del cual solo salió en la campaña 2010-2011 para militar en Quilmes. En su club comenzó a hacerse hueco en el plantel profesional en la segunda división argentina, colaborando activamente a la consecución del ascenso de los rafaelinos. Una vez en primera, su importancia en el equipo ha ido acrecentándose hasta convertirse en uno de los principales activos del club, llamando la atención de equipos con un potencial mucho mayor, como Boca Juniors o el propio San Lorenzo, que en este mercado de fichajes ha decidido incorporarlo, abonando aproximadamente medio millón de euros por la mitad de su pase.

¿Quién es Fabricio Fontanini?

Fabricio Fontanini es un defensor diestro, de marcada y desarrollada corpulencia física, al que algunos comparan con el gran Carles Puyol, y que tanto en fisonomía, como incluso en algunos aspectos meramente futbolísticos, puede parecer que estas semejanzas van algo más allá de lo anecdótico. Obviando este detalle, Fontanini es un zaguero que ofrece versatilidad, seguridad y entrega.

Versatilidad porque es un jugador que está acostumbrado a jugar en varias posiciones de la defensa. Puede hacerlo de defensa central, su posición original, la mayoría de ocasiones en el lado izquierdo del centro de la retaguardia, pero también se conoce al milímetro la demarcación de lateral derecho.

Seguridad. Es un jugador que muestra una gran serenidad y aplomo en relación a su edad. Esta forma cabal de defender al equipo le ha llevado a portar el brazalete de capitán. Se le puede ver siempre muy centrado, consciente en todo momento de cual es la tarea que tiene que llevar a cabo y transmitiendo esa confianza al resto de sus compañeros.

Entrega. Fontanini es un defensor con un alto grado de capacidad de sacrificio. Utiliza su fortaleza física para ir al choque, donde tiene muchas posibilidades de salir vencedor en el cuerpo a cuerpo. Contundente y expeditivo, va muy bien al corte y se muestra pegajoso en la marca.


No llama la atención cuando tiene la bola en los pies, de hecho no pretende destacar, complicándose lo menos posible, optando por el pase más sencillo. Otra de sus grandes virtudes es su potente juego por arriba, donde se convierte en una las principales bazas de su equipo en jugadas a balón parado, tanto en defensa como cuando se incorpora al ataque, con un vigoroso salto que le posibilita rematar con gran violencia.

San Lorenzo se lleva a uno de los defensores más prometedores de Argentina, en busca de un proyecto que intentará reverdecer viejos laureles, de la mano de un Juan Antonio Pizzi que en el último torneo ya demostró estar a la altura de las exigencias del ‘ciclón’.

24 de julio de 2013

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11 de julio de 2013

Fichajes a seguir: Guillermo Sara

Siete temporadas después, el Real Betis vuelve a Europa, merced a un trabajo genial de Pepe Mel y una dirigencia que, pasito a pasito, y con la cautela y el sentido común por bandera, intentan colocar a la entidad cerca de la altura de su masa social. Para la ilusionante campaña venidera, los verdiblancos tienen pensado reforzarse en todas las líneas. De momento, han llegado Juanfran (Real Madrid Castilla), y Cedrick (Numancia), para los costados, Lorenzo Reyes (Huachipato), y el cotizado Joan Verdú (Espanyol), para la sala de máquinas, Chuli (Recreativo de Huelva) para dar competividad a la zona ofensiva, y la portería, que se ha visto renovada por completo, con la llegadas del experimentado Stephan Andersen (Evian), y el argentino Guillermo Sara (Atlético de Rafaela), uno de las caras nuevas que más expectativas ha creado en la parroquia heliopolitana, y del cual hablaremos a continuación.


¿Quién es Guillermo Sara?

Guillermo Sara es un guardameta argentino, nacido en Rafaela hace 25 años, (30 de Septiembre de 1987), y que hasta ahora, solo había militado en un único equipo, el de su localidad, Atlético de Rafaela. Con el equipo celeste debutó en el año 2008, y desde entonces, ha ido ganando en importancia de forma progresiva, hasta convertirse en uno de los grandes referentes del plantel, llegando incluso a capitán, y un idolo para los hinchas del cuadro rafaelino. 

Con Atlético consiguió el ascenso en 2011, el segundo en la historia del club. Las dos campañas posteriores, Sara ha sido una pieza fundamental para que su equipo consiguiera la permanencia. Las buenas actuaciones de Guillermo le hicieron sonar para los grandes del país, e incluso algunos reclamaban una oportunidad en la selección. Sin embargo, ha sido el Real Betis el que se ha adelantado, adquiriendo a uno de los guardametas con mejor presente y futuro de Argentina. 

Sara, el esperado inquilino de una portería problemática

Lo primero que hay que destacar de Sara es su fuerte personalidad. Pese a su juventud, es un portero de bastante oficio. Constantemente encima de su defensa repartiendo indicaciones, intenta mantener a los suyos siempre alerta. Seguro, sobrio, firme. Mantiene una alta capacidad de concentración.  A Sara es difícil que le pese el partido, que le afecte el marco, pues hace gala de un gran aplomo, siendo además capaz de transmitir bastante seguridad en todas sus acciones.

Sus 185 centímetros le posibilitan dominar con autoridad el espacio aéreo, aunque es cierto que en alguna ocasión muestra sus dudas pecando de indecisión, quedándose a medio camino entre la pelota y la portería. Atento en todo momento a la jugada, es muy rápido y atrevido a la hora de lanzarse a cortar el ataque rival, ofreciendo un muy buen sentido de la anticipación. Frente al delantero, posee una notable habilidad para tapar huecos, aguantando mucho antes de ir al suelo. 

Bajo palos, Sara se presenta como un arquero de garantías. Grandes reflejos, velocidad de reacción, ágil en la estirada y casi siempre bien posicionado, eso hace que sea muy difícil sorprenderle. En un elevado porcentaje de ocasiones consigue blocar de primeras, lo que no da lugar a segundas oportunidades para el delantero. No encuentra inconvenientes cuando le toca actuar con los pies. Diestro de pierna, se complica poco, optando por el balón en largo. Su fuerte pegada se convertía en uno de los argumentos de su antiguo club, Atlético de Rafaela, un equipo que se inclina por un fútbol contragolpeador, y encontraba en los envíos de Sara una baza ofensiva muy utilizada. También merece mención especial la habilidad que ha expuesto para atajar penaltis.

En definitiva, Guillermo Sara es un portero de mucha regularidad, que acostumbra a cometer pocos errores y a cumplir en casi todas las vertientes que debe controlar un guardameta, destacando especialmente en alguna de ellas. A sus 25 años, el rafaelino también tiene margen de crecimiento, y competir en Europa le puede potenciar sus interesantes cualidades. En el Betis esperan que, además de dar un plus de competitividad a una demarcación siempre compleja, se convierta en el propietario de una portería carente de fiabilidad y galones desde que se marchara Toni Prats.

1 de julio de 2013

Esto era suyo.


Era un día perfecto. Era un día de esos que solo pueden ocurrir en verano. Era un día de playa, de sol, de familia, de tranquilidad, de relax obligado. Era un día para no pensar, para tumbarse en una hamaca, en una toalla o en un sofá. Y no levantarse. Fue un día perfecto, pero por desgracia, a la luna le tocó hacer el relevo de todas las noches. Y con ella luciendo poderosa en lo más alto, el día que estaba siendo perfecto acabó tornándose en una debacle mundial, en un repaso histórico, aunque no doloroso. Lo de ayer no fue doloroso, simplemente, fue puro resentimiento.

Y es que pocas horas antes del partido que todos habíamos marcado en rojo en nuestros sueños desde hace varios años, la cosa iba que ni pintada. En los bares corría la cerveza. Las aceitunas y el jamón decoraban las mesas de las terrazas, y la gente reía y bromeaba confiando en otra más que posible victoria de su selección. Sin embargo, y antes de que nos diésemos cuenta, Brasil ya nos había borrado la sonrisa de la cara. Si tanto corría la cerveza, más corrieron los brasileños, sabedores de que estaban ante la oportunidad de volver a reivindicarse como selección ante todo el planeta. Esto era suyo, y pusieron todo de su parte para que nadie se lo quitara.

Brasil nunca se tomó esta Copa Confederaciones como un torneo menor. Era su país, su casa, su gente, y estaban en su estadio. Era su orgullo, y esa fue la gran diferencia. Los brasileños saltaron al campo conscientes de que esa camiseta que luce estrellas como si del mismo firmamento se tratara, había que sudarla y mimarla como antaño lo hicieron hombres como Zico, Sócrates, Ronaldo, Romario, Cafú, Pelé… El canto del himno hacía presagiar que iba a ser una noche larga para los nuestros. Aunque más que larga, fue una noche corta, demasiado, apenas duró minuto y medio antes de que acabase.


Y es que ayer Brasil volvió a ser Brasil. Volvió a ser esa selección mágica que deleita con su juego, que te atrapa con su samba, que te mata con sus pasos. Ayer Brasil fue Julio César erigiéndose emperador. Fue Dani Alves anulando por completo a Iniesta. Fue Marcelo siendo Marcelo, el bueno, el que cuando aparece lo cambia todo. Fue Thiago Silva y fue David Luiz acabando con todo resquicio de magia roja. Fue Paulinho controlando al mejor centro del campo del mundo, fue Luiz Gustavo haciéndose gigante en cada acometida española. Fue la verticalidad de Óscar, la potencia de Hulk, el amor propio de Fred, y como no, fue la luz resplandeciente de su astro más poderoso, o rey Neymar.

Pero el que piense que esto ha acabado aquí que sepa cuanto antes que está muy equivocado. Que esta victoria no ha hecho más que avivar las ansias de gloria de ambos equipos, que esto no es sino la premisa de lo que nos espera dentro de un año en ese mismo país. Brasil y España ya se han vuelto a citar dentro de un año, en el mismo sitio, a la misma hora y con la misma gente. Bueno, con la misma gente no, porque si ayer Maracaná lucía únicamente los colores de su amada verde-amarelha, dentro de un año vestirá a partes iguales el rojo fuego de la furia española. Y entonces, amigos, la cosa será muy diferente…