La historia de hoy es una de esas historias mágicas que
perduran en el tiempo, una de esas narraciones líricas aptas para todos los
públicos, una de esas fábulas que hacen de algo sin aparente contenido, uno de
los momentos más recordados de todos los tiempos. Es la historia de un mito, de
un escenario idílico, de una canción y de unas botas con los cordones
desabrochados. Y que botas, ay Dios mío...
Corría el año 1989 y por aquel entonces, el fútbol era
cosa de un astro argentino. Un hombre bajito, rápido como ninguno e implacable
como pocos, zurdo de pie y gambeteador de nacimiento. Repito, año 1989, por si
alguno se había despistado con las descripciones. El escenario, San Paolo, el
mítico estadio del Nápoles, o Napoli, para los más románticos. El contexto, un
calentamiento. Pero no un simple calentamiento cualquiera, Dios me libre, si no
un calentamiento muy especial, no por lo que iba a pasar a continuación, que
también, si no que ya venía marcado de antes por factores ajenos a esta
narrativa. Sobre el verde dos equipos, el propio Napoli y el Bayern de Múnich,
un Bayern que por entonces entrenaba Jupp Heynckes, que cosas verdad... Pero en
ese momento pocos dirigían la mirada hacia él. De hecho, no creo que nadie en
el estadio, ni cámaras ni aficionados ni sus propios jugadores, estuvieran muy
pendientes de él, ya que apenas unos metros más hacia delante estaba dando
comienzo uno de los momentos más recordados de la historia del fútbol. El genio
se estaba volviendo loco.
Segundos antes alguien había accionado la megafonía de
San Paolo para armonizar la espera de los aficionados que allí se habían dado
cita. Estoy muy seguro de que esa persona nunca se hubiera imaginado la que
estaba apunto de liar tras pulsar el play, pero ya no había vuelta atrás, la música
comenzó a sonar y aquel genio de abdomen acentuado y cabellera generosa decidió
que era un buen momento para bailar, así que se puso manos a la obra. Quizás
era consciente de que todas las cámaras lo miraban, de que esos aficionados no
le quitaban los ojos de encima. Quizás el sabía que sus compañeros de equipo
esperaban algo que los hiciera relajarse ante lo que se les venía encima. Puede
que por todo eso, decidiera empezar a bailar para contentar las pretensiones de
todos los que le rodeaban.
Y comenzó. Levantó unas piernas de valor incalculable y
las empezó a mover de un lado para otro, sintonizando el vaivén de sus caderas
con la música que estaba sonando en el estadio. Tras esto, una serie de
posturitas rápidas para calentar el resto del cuerpo antes de coger su
instrumento favorito, el balón. Una vez lo tuvo entre sus pies ya no pudo
parar. El ritmo de aquella canción de "Opus" se le había metido en la
cabeza y su cuerpo actuaba como si lo único que le importaba en aquel momento
era el no perder la sintonía. La pelota se deslizaba entre sus extremidades en
un control perfecto de la situación, la bola iba pasando de los pies a la
cabeza sin tocar el suelo, intercalando giros más propios de un bailarín de
ballet que de un futbolista. Los aficionados lo miraban boquiabiertos. El Diego
lo había vuelto a hacer, acababa de regalarnos otro momento histórico.
Aquella tarde, la ciudad de Nápoles vivió uno de los
mejores momentos de su historia futbolera. El todopoderoso Bayern de Múnich,
gran favorito a alzarse con el título de campeón de la UEFA, hincó las rodillas
en el césped de San Paolo y quedó apeado de la ansiada final. Una final que
posteriormente se llevarían los napolitanos al vencer al Stuttgart por 5-4 en
el global de la eliminatoria, consiguiendo así su primer y único título a nivel
internacional de su historia. Una tarde mágica, precedida de uno de los
momentos más grandiosos de la historia del balompié. Siempre nos quedará el
recuerdo del Diego meneando las caderas ajeno a toda la presión que el partido
contenía de por sí. Live is life, Diego.
Gran post. Saludos!! http://elblogdebruno1.blogspot.com
ResponderEliminarDiego fue un animal. En Napolés demostró todo lo que pudo ser e incluso por momentos lo que hubiese podido llegar a ser si se cuidaba un poquito más. Me saco el sombrero, muy buen artículo. Saludos desde Fobal2000.
ResponderEliminarGracias a ambos por vuestros comentarios, nos alegra muchísimo que os guste el artículo. Saludos!
ResponderEliminarHola, amigos de fútbol anfetamínico. Sólo avisarles que me he mudado de El tocapelotas (eltocapelotass.blogspot.com) a Mundo fútbol (mundo-futbol.blogspot.com). Si actualizaran el enlace, me harían un inmenso favor.
ResponderEliminarUn saludo, y sigan así.